Por Juan Tomás Valenzuela
Antes de irse al Ecuador,
Luis Rodolfo Abinader,
acudió a dejarse ver
por dónde el gran armador.
Luis, vino a darle calor,
solidaridá y respeto,
y aquel desdichado aprieto
que los tenía separados,
se entiende, ya está olvidado,
restableciendo el respeto.
Luis, acudió ante el amigo
que le dirigió la empresa,
y que le sirvió la mesa
de la que yo fui testigo.
De la que sus enemigos,
dentro y fuera del proyecto,
del modo más vil y abyecto
lo intentaron separar,
pero al Fulcar, regresar,
los reúne el mismo afecto.
Es loable el estoicismo
conque manejó Roberto,
ese pragmatismo incierto,
disfrazado de altruismo,
de gente que, con cinismo,
pretendieron difamarlo.
Y aunque lograron aislarlo
de las huestes del poder,
no lo lograron vencer,
y eso vamos a tratarlo.
Ha vencido la humildad
como en otras ocasiones,
y las malas intenciones
de los que obran con maldad,
no tendrá oportunidad
en esta nueva ocasión.
Se hará la investigación
de su moral, y al respecto,
los que de algún modo abyecto
mancharon su trayectoria,
con el giro de la noria,
se aplastarán como insectos.
Juan de los Palotes
5 marzo 2023